Su propio autor fue el encargado de presentar su obra a las personas que asistieron a la inauguración de la muestra. Como señala el propio Peña la exposición debe entenderse como un acicate para fomentar la toma de conciencia ante esa lacra universal que es la desigualdad de género llevada a las últimas consecuencias.
Una de las obras centrales de la exposición la forman un conjunto de manos rotas que expresan la relevancia que tiene el tacto como vehículo para canalizar emociones para este artista casi totalmente ciego y además representa la dicotomía existente entre el placer y el dolor. En la muestra destacan asimismo unas piedras que simbolizan la bárbara práctica de la lapidación de las mujeres.