Alianzas intergeneracionales: personas con discapacidad jóvenes, personas con discapacidad mayores

Imagen de Álvaro García Bilbao
Imagen de Álvaro García Bilbao

¿Qué queremos decir cuando hablamos de “alianzas intergeneracionales”?

Es muy frecuente encontrar en los medios de comunicación actuales menciones a las alianzas intergeneracionales pero rara vez se las llega a definir. En términos generales nuestros referentes, en estas alianzas, serán las personas jóvenes y mayores con discapacidad que trabajan juntas para lograr una serie de cambios u objetivos comunes partiendo del reconocimiento de la interdependencia entre generaciones, de la existencia de recursos que poder compartir y, fundamentalmente, nuevos derechos de ciudadanía que lograr.

Todas las alianzas intergeneracionales son diferentes dependiendo de sus contextos políticos, económicos, sociales o culturales, sin embargo, hay principios que debe respetar cualquier alianza intergeneracional si quiere ser viable. En primer lugar, las personas jóvenes que la integren deben estar representadas y respaldadas formalmente por compromisos y recursos institucionales, en segundo lugar, deben crearse espacios seguros donde puedan establecerse debates, en tercer lugar debe existir un diálogo constante y finalmente en cuarto lugar, la titularidad y liderazgo de las alianzas deben ser compartidos.

No conviene olvidar que juventud y tercera edad constituyen etapas del proceso vital de cualquier persona. Todos, en la medida que trabajamos para amanecer mañana, vamos encaminados a ser personas mayores, en nuestro caso, personas con discapacidad mayores”.

Esto, que podríamos considerarlo una obviedad, se ha convertido en una paradoja ante el avance del edadismo, ese comportamiento social, esa corriente de pensamiento y acciones que, como recoge la filósofa Adela Cortina, lleva a discriminar por razón de edad y ve, en las personas con discapacidad mayores, seres improductivos, una carga para la sociedad, una amenaza para la sostenibilidad del sistema de pensiones y la protección social.

Aquí disponemos del marco para una clara alianza intergeneracional que partiendo de unos enfoques jóvenes y vitales facilite la modificación de este comportamiento y permita a futuras generaciones, junto a las iniciativas de las personas mayores y personas con discapacidad mayores, alcanzar una edad avanzada sin topar, llegado el momento, con el descredito por ser mayor.

La igualdad de género podría constituir otro ámbito de colaboración. En el caso de las personas con discapacidad mayores, las mujeres envejecen diferente debido a razones biológicas, económicas y sociales; reconocer e incorporar la especificidad de lo que implica ser mujer mayor y con discapacidad constituiría un prometedor ámbito de colaboración.

No olvidar que la obligatoriedad de la accesibilidad al medio físico, cognitivo, a las nuevas tecnologías o a los nuevos modelos sanitarios cimentada ésta en la utilización accesible, no discriminatoria y carente de sesgos de la inteligencia artificial o la bioingeniería mediante soluciones innovadoras, tienen en las personas con discapacidad mayores nuevos aliados para lograr adquirir el estatus de ciudadanos de pleno derecho a su uso pero que en la actualidad parten de una situación de gran precariedad e indefinición sobre el derecho a las mismas; aquí conviene echar la mirada a marzo del 2.020 y recordar las discriminaciones en la accesibilidad sanitaria a raíz de la Covid en razón de barreras como la edad y la discapacidad, olvidar significa volver a repetir los mismos incumplimientos de derechos fundamentales llegada la ocasión.  

Las personas con discapacidad mayores aportan experiencia, conocimientos, madurez y perspectiva temporal en el análisis de la realidad, todos ellos elementos cruciales para sociedades como las nuestras que se caracterizan por estar inmersas en una dinámica de continuos y rápidos cambios.

Las alianzas intergeneracionales aportan no sólo un mutuo enriquecimiento personal sino la oportunidad de apoyo y fortalecimiento de sus protagonistas mediante la construcción de proyectos de vida personales que posibiliten su participación plena en diversos contextos comunitarios y sociales, pudiendo ejercer su derecho a la autodeterminación, tomar decisiones y ser protagonistas autónomos y debidamente informados de sus proyectos vitales.

En la actualidad el sistema social no es lo suficientemente flexible como para ofrecer un número adecuado de oportunidades a las personas con discapacidad jóvenes para poder realizar un itinerario vital de continuidad que responda tanto a sus intereses como a sus necesidades de inclusión, por ello resulta de enorme interés encuentros en los que poder contar con la experiencia de aquellas personas con discapacidad mayores que habiendo dado respuestas a sus propios itinerarios, en los cuales la discapacidad era un factor relevante, ahora las pueden compartir en alianzas que facilitan a su vez, a estas personas, la renovación de sus sentimientos de permanencia social activa.  

Sería conveniente potenciar actividades que permitan una continuidad de los intercambios generacionales para construir, mantener y afianzar el desarrollo de un proyecto vital libremente elegido. El trabajo, en su vertiente colectiva, estaría constituido por profesionales multidisciplinares ya que va dirigido a una sociedad formada por personas heterogéneas, a las cuales debemos transmitir el mensaje correcto para acabar con los estereotipos erróneos que puedan tener.

En ese marco los programas intergeneracionales constituyen una herramienta fundamental para estimular y mejorar las relaciones entre las generaciones más jóvenes y las personas con discapacidad mayores, al tiempo que favorecen el desarrollo personal, social y afectivo de ambos colectivos.

Me permito reiterar que en este proceso las personas con discapacidad mayores estarían llamadas a desempeñar una labor fundamental por su experiencia y perspectiva global sobre aquellas alternativas útiles para proporcionar a las personas con discapacidad jóvenes una base y recursos para enfrentarse a los retos de la transición a la vida adulta.

La pretensión seria alumbrar alianzas que diversifiquen y mejoren los modelos sociales existentes sobre juventud y vejez, así como reconocer e incorporar a las personas con discapacidad mayores como transmisores de valores y conocimientos esenciales para las nuevas generaciones. Estas alianzas irían encaminadas a crear espacios y estrategias de encuentro y convivencia entre generaciones y, de este modo, contribuir al acercamiento, respeto y dignificación de las diferentes etapas de la vida.

Parecería necesario, por lo tanto, articular acciones a nivel local aprovechando espacios de la comunidad, como la universidad, implicando a los servicios públicos (sanidad, educación, empleo, servicios sociales, etc.), a los espacios públicos o a los agentes sociales y políticos del territorio, planteando y promoviendo oportunidades de interacción y trabajo conjunto entre jóvenes con discapacidad y personas con discapacidad mayores.

Del informe del CERMI Estatal “La Juventud con Discapacidad en España 2024

(https://cermi.es/colecciones/coleccion-inclusion-y-diversidad/3650), por cierto un informe actual e interesante y haciéndonos eco de lo que Ovidiu Tuduruta, presidente del Comité de Jóvenes del EDF (foro europeo de discapacidad), considera como principales desafíos, podemos plantearnos una serie de alianzas intergeneracionales en ámbitos como la falta de accesibilidad, que en el caso de la vivienda para las personas con discapacidad mayores se valora como un complemento pero nunca como el obligado cumplimiento de un derecho y una necesidad vital. También el avance hacia la coherencia en materia legislativa entre los estados, fundamentalmente en nuestro caso de la Unión Europea y que en el caso de las personas con discapacidad mayores es prácticamente inexistente cuando la “Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad” la exige.

Al amparo de lo recogido en el informe, los jóvenes con discapacidad y las personas con discapacidad mayores presentan necesidades comunes a la inclusión social en diversos ámbitos como el de los valores, la ciudadanía, la participación, los derechos, los comportamientos y actitudes políticas, el asociacionismo, la solidaridad y el voluntariado. Nadie discute que son campos de enorme importancia en la vida diaria de cualquiera de los dos colectivos y que se encuentran faltos de una redefinición y puesta al día que permita una justa y cómoda localización en cualquiera de ellos.

No olvidemos a la economía, los estilos de vida y el consumo con temas como la capacidad económica, el gasto, el cambio de hábitos y tendencias o la propia interrelación con el entorno, todos ellos ámbitos en los que, tanto para personas con discapacidad jóvenes como personas con discapacidad mayores, están pendientes de una necesaria redefinición y actualización que facilite su uso y disfrute en igualdad de condiciones con el resto de los ciudadanos.

Todo lo anterior tradicionalmente ha sido bastante ignorado por parte de los agentes sociales y políticos a la hora de analizar y plantear transformaciones de servicios, políticas públicas, prácticas sociales y educativas

¿Dimensión colectiva o individual en las alianzas intergeneracionales?, ambas son necesarias dado que las personas nos constituimos como sujetos con una dimensión personal, esto es individual y otra social o colectiva, ambas inseparables y ambas importantes.