Cuando el cuidador es el agresor, el problema de la espiral de dependencia y violencia de género

Laura Plaza, una mujer de 82 años con dependencia, fue víctima de violencia de género cuando su pareja y cuidador la asesinó. La violencia machista contra mujeres con dependencia y aquellas que cuidan a maltratadores enfermos representa una de las situaciones más difíciles de superar. Estas mujeres, debido a su vulnerabilidad y aislamiento, normalizan el maltrato y carecen de autonomía, quedando a merced de sus agresores.

Laura Plaza, una mujer de 82 años con dependencia, fue asesinada por su pareja, quien también era su cuidador, convirtiéndose en una víctima de violencia de género. La violencia machista contra mujeres con dependencia y aquellas que cuidan a maltratadores enfermos representa una de las situaciones más complejas para escapar del abuso.

La dependencia, la discapacidad, la enfermedad mental y la tercera edad son condiciones que aumentan significativamente la vulnerabilidad frente a la violencia de género. Las víctimas en estas circunstancias se encuentran más aisladas, llegan a normalizar el maltrato, carecen de autonomía y, en muchos casos, su única opción es depender de sus agresores.

Hay numerosos factores que dificultan la detección de la violencia y la búsqueda de ayuda: el maltratador siempre está presente, no hay conciencia de ser víctimas, no disponen de recursos económicos ni alternativas de futuro, y la violencia a menudo es minimizada, incluso por sus propias familias.

Cuando estas mujeres son las cuidadoras, su rol es fundamental en sus vidas, sintiendo culpa por no atender a un hombre que perciben como indefenso. Incluso justifican el maltrato debido a la enfermedad del agresor, como explica la psicóloga clínica Cintia Vanesa Tiano Marano, que trabaja en un proyecto de Cruz Roja en Castellón.

La violencia de género en contextos de dependencia y cuidado presenta desafíos únicos y extremadamente difíciles de superar. La historia de Laura Plaza evidencia cómo la combinación de vulnerabilidad, aislamiento y normalización del maltrato puede llevar a trágicos desenlaces. Para abordar eficazmente esta problemática, es esencial incrementar la visibilidad de estos casos, proporcionar recursos y apoyo a las víctimas, y fomentar una mayor conciencia social y familiar sobre la gravedad de la violencia en estos contextos. Solo así podremos ofrecer a las mujeres con dependencia una verdadera oportunidad de escapar del ciclo de abuso y vivir en un entorno seguro y digno.

 

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